"LAS NECESIDADES DE LA GENTE Y DE LAS EMPRESAS SON LAS NUESTRAS"
CARLOS ARNAIZ MUÑOZ
Consultor Financiero y Gestión Empresarial
Carlos Arnaiz cuenta con más de 30 años de experiencia en los rubros financiero, inmobiliario y bancario, consolidado como un experto en la estructuración de operaciones complejas y de alto valor. Su trayectoria incluye cargos directivos en los que ha liderado importantes procesos de negociaciones y procesos de emisiones, fusiones, adquisiciones, incorporación de nuevos socios, compra y venta de negocios en marcha, etc.
Como gerente de riesgos del Banco Financiero (hoy Pichincha) durante una década, Carlos ha sido responsable de estructurar emisiones de bonos por más de S/105 millones y liderar recuperaciones de carteras crediticias, lo que le otorga una visión integral de las necesidades de financiamiento y optimización de flujos empresariales. Su habilidad para negociar y estructurar esquemas financieros innovadores ha sido clave en la reactivación de proyectos inmobiliarios y la monetización de activos complejos, incluso en momentos de crisis como la pandemia.
Carlos combina un sólido conocimiento técnico con un enfoque estratégico orientado a maximizar el valor de las inversiones y capitalizar oportunidades de crecimiento. Es capaz de entender las dinámicas del capital y su enfoque en resultados hacen de él un socio valioso para cualquier empresa en busca de optimizar recursos financieros y potenciar la rentabilidad.
Carlos Arnaiz Muñoz
Especialista financiero y de gestión de capitales
NOTABLES
- Programa de Alta Especialización en Dirección Avanzada de Proyectos – ESAN
- Administración de Finanzas y Control – Universidad del Pacífico
ENTREVISTA
En retrospectiva, ¿qué es lo que te enorgullece de estos más de 45 años?
Percibo que el brío, la garra, la frescura con la que egresé de la Universidad Católica a los 21 años, se conservan palpitantes. Mucho ayudó que trabajara varios años en el exterior, en Estados Unidos, Venezuela, Reino Unido, Colombia que pusieron en prueba mi visión profesional en otras latitudes y con mentalidades distintas.
Siempre percibí la abogacía como un negocio olímpicamente transparente, cuyo norte debe ser que todos ganen y no solo el propio cliente y en donde no se admita que nadie ‘demonice’ el sentido de este negocio profesional.
Este negocio no solo debe ser transparente, sino de reglas claras para todos, limpias para con el cliente y para con su adversario y también para el mundo exterior y en donde el abogado se pone la camiseta del cliente y compite con él, en el afán de saber quién la defiende más.
¿Qué te emociona de los próximos 20 años? ¿Qué cosas te inquietan respecto al futuro de la práctica legal?
Me emociona que el negocio de la abogacía se transparente para toda la sociedad y para el mercado y abandone esa sensación tan extendida de que los abogados hacen las cosas simples más complejas. El abogado debe simplificarle la vida a la gente y a las empresas, previniendo sus tropiezos y actuando con agilidad y presteza para conjurarlos. Espero que la profesión cubra las expectativas y las necesidades de la gente y las empresas en un mundo donde la tecnología cambia los escenarios con inusitada velocidad.
Para esto el abogado jamás debe renunciar a su deber de promover el cambio y no debe consentir el vivir rezagado a este.
Me inquieta que los abogados no estén a la altura de la responsabilidad que la vida profesional nos impone y que muchas veces nos obliga a ‘luchar contra la corriente’ ‘contra todo y contra todos’, que se resignen a ser apaciguadores y seres contemplativos del estatus.
Deben ser conscientes que los tiempos ya no son una cuestión de forma, sino parte viva de las soluciones. Lo que hoy es, mañana ya no será lo mismo, por lo que el apremio de los tiempos obliga a que el abogado sea transversal en el conocimiento y sepa de finanzas, de economía, de tecnología y de política, para que sea actor en los cambios y no mudo seguidor de estos.a asunción de la responsabilidad individual de las acciones de las personas.