En cualquier economía de mercado (saludable), la competencia no solo es deseable, sino realmente necesaria. En ese contexto, el derecho de la competencia (también conocido como derecho antimonopolio) emerge como una herramienta jurídica fundamental para garantizar que las reglas del juego sean muy claras, equitativas y orientadas al beneficio de todos los agentes del mercado.
Ahora bien, esta rama tiene como objetivo principal proteger el proceso competitivo, no a los competidores individuales. Para ello, establece límites y sanciona las prácticas que distorsionan la dinámica del mercado. Entre las más relevantes se encuentran las siguientes:
- Los acuerdos colusorios, como la fijación de precios o el reparto de clientes entre competidores.
- El abuso de posición de dominio, cuando una empresa con poder en el mercado impone condiciones abusivas o excluye a sus competidores.
- Las operaciones de concentración empresarial (fusiones y adquisiciones) que, de no ser supervisadas, podrían reducir significativamente la competencia.
Pero ¿Por qué ello es tan importante?
En un entorno competitivo, los dispositivos normativos idóneos que regulan la competencia, traen consigo múltiples beneficios que impactan positivamente en la economía y en la sociedad, entre ellos:
- Impulsa la innovación: Las empresas compiten por ofrecer mejores productos y servicios.
- Favorece precios justos: Evita que una sola empresa imponga condiciones abusivas o precios excesivos.
- Promueve la eficiencia: Las compañías deben optimizar recursos y procesos para mantenerse relevantes.
- Fomenta la equidad: Se protege a los nuevos entrantes y a las pequeñas empresas frente a prácticas excluyentes.
Es preciso añadir, que la existencia de normas claras sobre competencia genera confianza en los mercados, incentiva la inversión y fortalece el sistema económico en su conjunto.
En Peru tenemos el Texto Único Ordenado de la Ley de Represión de Conductas Anticompetitivas, aprobada por el Decreto Legislativo Nº 1034, que prevé sanciones a las empresas que incurren en conductas anticompetitivas como el abuso de posición de dominio en el mercado y las prácticas colusorias horizontales o verticales.
Para concluir, el ordenamiento jurídico de la competencia no es un obstáculo para el éxito empresarial, sino un garante de que dicho éxito se construya sobre bases legítimas, en beneficio de todos. En mercados cada vez más globalizados, respetar las reglas de competencia no solo es una obligación legal, sino una ventaja estratégica.